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Su nombre era Zulema Yulia Hernández, una ex reclusa que durante su estancia en la cárcel de alta seguridad de Puente Grande, en el estado de Jalisco, había sido amante del narcotraficante más famoso del mundo, Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, Sobre su muerte existen distintas versiones, pero la más comentada es que fue asesinada por el Cártel de los Zetas.
Que en aquél entonces disputaba territorios a Guzmán Loera y es por eso que su cuerpo estaba marcado, “De la muerte de Zulema se ha dicho mucho y una de las versiones que más está ahí es que cuando ella sale (de la cárcel) y como están en guerra El Chapo y Los Zetas por eso a ella le ponen tantas zetas en el cuerpo.
Pero un día terminé conociendo a una persona muy cercana al hermano de Zulema y me contó que su hermano y ella se dedicaban al robo de tráileres y se robaron un tráiler que no debieron de haberse robado, los torturan y los terminan asesinado de esa manera”, señaló a Infobae Alejandro Almazán, periodista y escritor que ha colaborado en la elaboración de guiones para distintas series sobre el narcotráfico en México.
Lo cierto, coinciden quienes conocen el tema, es que el amor de Zulema hacia el capo nunca estuvo en duda, a pesar de que su romance duró mientras Guzmán Loera estuvo en la misma cárcel y de que al final la usaba como una especie de “regalo” a otros reos de Puente Grande, la cárcel de la que se fugó por primera vez el 19 de enero de 2001.
Zulema y su historia criminal.
El paso de Zulema por distintas prisiones mexicanas dejó constancia de su infancia difícil: hija de una madre que se dedicaba a la prostitución conoció desde muy joven la calle, la pobreza y los centros de rehabilitación. Nunca conoció a su padre y siempre careció de afecto y protección.
La falta de figuras de autoridad la llevaron a involucrarse en pandillas dedicadas al robo y al consumo de drogas. Su anhelo de salir de la pobreza la llevó a desarrollar una personalidad manipuladora, demandante, extrovertida y exhibicionista, como señalan distintos estudios psicológicos que le fueron practicados.
Las distintas cicatrices halladas en su cuerpo daban constancia de lo dura que había sido la vida: presentaba huellas de quemaduras en la frente, en la muñeca y hombro izquierdos; en el brazo derecho presentaba rastros de una mordida, en el cuello tenía una cicatriz en forma de cruz, así como otras en uno de sus muslos y rodillas.
Su primer ingreso a prisión fue en 1992, a los 19 años, en el Reclusorio Oriente de la Ciudad de México, acusada de los delitos de asalto e intento de secuestro por los que recibió una pena inicial de 35 años.
Años más tarde, durante una conversación con el fallecido periodista mexicano Julio Scherer García, reveló que a los 13 años le ponía candado a la puerta de su casa para no dejar entrar a su mamá, Salomé Hernández, como una medida para protegerse ella y a su hermano de los hombres que llevaba.
Siendo adolescente, Salomé la entregó a la organización Drogadictos Anónimos, una institución de rehabilitación.
“En ese tiempo supe de la droga y de las armas, cómo se cocina la cocaína y cómo se manejan las pistolas. Vi de cerca la prostitución, que aborrecí. Jamás sería puta. Nadie me creía virgen y como a una virgen me trataban y virgen era. El Centro me dejó cosas buenas como ésas, así como mi casa me dejó cosas malas, todas, salvo mi hermanito, que es también mi hijo, como mi Brandon”, dijo a Scherer en un testimonio que parece en el libro “Máxima Seguridad. Almoloya y Puente Grande”, que habla sobre la vida en estas dos prisiones de alta seguridad.
Zulema acusó a su madre de mandarla a la escuela con los uniformes sucios, de llevarla arrastrando de la calle hasta la puerta de su casa, de mandarla a dormir con el perro y de hacerla comer de su plato.
El encuentro con El Chapo .
Había sido sentenciada por delitos del fuero común, pero ante el revuelo y el control que había logrado ejercer en el Reclusorio Oriente, las autoridades penitenciarias determinaron trasladarla el 31 de enero del año 2000 a una cárcel de máxima seguridad, el Centro Federal de Readaptación Social número 2 de Puente Grande, Jalisco, dominado por El Chapo Guzmán.
El capo organizaba festejos, compraba custodios y conseguía en todo momento que le llevaran mujeres a su celda en una ocasión quien llegó fue Zulema, a quien no le importó compartirlo junto con una cocinera que también lo visitaba frecuentemente en su celda.
Los dos compartía no sólo la cama, sino un miedo muy grande: la pobreza.
“El mismo pavor que él sintió lo siento yo. Ése era un hilo de comprensión entre nosotros. Yo también fui pobre, padecí mucho y padezco hasta la fecha una madre insoportable. Él padeció el yugo de un padre, el abandono del padre, el que lo corriera de su casa y lo mandara a trabajar con el abuelo, a las tierras, de día y de noche. Él lo vivió y cómo lo superó, cómo tuvo que superarse, cómo tuvo que llegar a ser un hombre como el que es y todo el imperio que hizo.”, dijo Zulema al periodista.
El capo la conquistó platicándole de su infancia, con cartas que él no escribía, pero a las que daba su aprobación antes de que se las enviaran. Los mensajes que le hacía llegar empezaban con un “Hola mi amor” o con un “Hola corazón”.
Para Almazán, la relación los hizo fuertes a los dos dentro de la cárcel. A través de Zulema él podía controlar y enterarse de lo que pasaba en el pabellón de mujeres y a través de él ella tenía un estatus y un trato preferencial que de otra manera no hubiera podido conseguir.
“No nada más era Zulema, El Chapo tenía muchas mujeres dentro del penal, si realmente se hubiera enamorado de ella, le hubiera dado su lugar. Por algo se ha casado tres veces: cuando se enamora le da su lugar a la mujer por la que siente algo y al final, antes de fugarse, la trataba muy mal, hasta se la mandaba a otros presos para que se acostara con ellos”, expresó Almazán.
Esta versión también fue relatada por la periodista Anabel Hernández en el libro “Los Señores del Narco”, donde señala que cuando Guzmán se enojaba con ella la enviaba a otros reos, lo que le causó trastornos mentales.
Guzmán Loera escapó de la prisión, Zulema fue trasladada a otro reclusorio y en 2003 recibió el beneficio de la libertad anticipada como un intento de las autoridades de México y Estados Unidos para atrapar a su amante.
En 2004 fue encarcelada nuevamente acusada de ser parte de una banda de narcotraficantes encabezada por Patricia Buendía, La MaBaker, que se encargaba de la distribución de droga en una zona popular contigua a la capital mexicana.
Al ser detenida tenía un móvil con mensajes de un personaje llamado “Durango”, quien se sospechaba que era El Chapo Guzmán, ya que es el nombre del estado donde se escondió durante varios años y donde se casó con su actual esposa Emma Coronel, pero ella nunca reveló más información sobre el misterioso personaje.
En 2006 fue puesta nuevamente en libertad, pero dos años más tarde, ese 17 de diciembre de 2008, su cuerpo fue encontrado en la cajuela de un auto en la carretera México-Pachuca. Tenía 35 años.
Con información de EFE y AP
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